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Situado en el mismo medio de Menorca, Mercadal es un cruce de caminos entre las principales poblaciones de la isla, un punto de visita obligado para conocer el estilo de vida tranquila y la hospitalidad de los menorquines.
     Un alegre paseo ajardinado, que corre paralelo a la carretera general uniendo el "Molí des Racó" con la rotonda de entrada al pueblo, da la bienvenida al visitante. Antes, si el viajero llega procedente de Alaior o de Mahón, le habrá llamado la atención la roca del Indio, que cuenta con un mirador en la cuneta de la carretera, y la antigua fábrica de harina, donde hoy aún se muele el trigo para elaborar el pan. Se trata de uno de los denominados molinos de fuego, como se denominaban los molinos de tracción mecánica, en contraposición a los de viento.
     La Plaza es el centro de la vida ciudadana del pueblo, el lugar de encuentro de sus habitantes. De ella salían, antiguamente, los caminos que conducían a Alaior, Ferreries, Fornells y la costa de Cavalleria, que formaban las principales calles de la localidad entorno a las cuales se agrupaban el resto de viviendas. En las inmediaciones de la Plaza están las casas consistoriales, en cuya fachada se ha conservado intacto el escudo del municipio.
     Desde el Ayuntamiento sube una escalinata hasta la parroquia de San Martín, edificio construido en el siglo XVII sobre la antigua ermita. El templo, adosado a la casa rectorial, cuenta con cuatro capillas laterales que confluyen, a través de arcos ojivales, en una sencilla vuelta de cañón.
     Partiendo del mismo centro de la Plaza, hacia Ferreries, estamos delante de uno de los elementos más emblemáticos del pueblo, el aljibe construido por orden del gobernador británico Richard Kane en 1735 con el fin de recoger el agua de lluvia. Hoy en día, aún hay muchas personas que acuden al aljibe, los sábados a primera hora de la mañana, para poder llenar sus cántaros y garrafas, como lo hacían antiguamente los vecinos de la localidad.